miércoles, 2 de agosto de 2023

Aumentar la cobertura arbórea al 30% en las ciudades europeas podría reducir las muertes relacionadas con el efecto isla de calor urbano


Esta entrada es una traducción libre de una noticia del “Science for Environment Policy”: European Commission DG Environment News Alert Service, que puede leerse en inglés aquí.

El efecto refrescante de los árboles es bien conocido, pero hasta ahora ningún estudio había intentado cuantificar cuántas muertes prematuras podrían evitarse gracias a este servicio ecosistémico. 

Se prevé que el calentamiento global y la expansión del entorno construido intensifiquen el efecto de isla de calor urbano (UHI por sus siglás en inglés) y los efectos adversos para la salud relacionados con él. Estos efectos se producen no sólo en olas de calor extremas, sino también durante aumentos moderados y más frecuentes de la temperatura del aire (1). En este estudio, los investigadores analizaron datos de 93 ciudades europeas para calcular el número de vidas que los árboles podrían salvar.

La infraestructura verde, es decir, la vegetación incorporada a los entornos urbanos, proporciona un efecto refrigerante que puede mitigar el efecto UHI. Un estudio anterior (2) estimó la capacidad de enfriamiento de los árboles en más de 600 ciudades europeas entre 1,1 °C de media y hasta 2,9 °C. Por su parte, la Ley de Restauración de la Naturaleza recomienda una cubierta arbórea mínima del 10% para las ciudades europeas, mientras que otros estudios han recomendado que los barrios urbanos aspiren a una cubierta arbórea del 30% para mejorar el microclima, la calidad del aire y la salud (3). Los árboles urbanos también son relativamente sencillos y rentables de implantar (4), afirman los investigadores de un nuevo estudio sobre los beneficios que los árboles podrían conferir a la mortalidad estival.

Para cuantificar el beneficio potencial de aumentar la cubierta arbórea urbana, los investigadores calcularon la carga anual de mortalidad estival (en adultos mayores de 20 años) atribuible a las UHI, y la carga que podría evitarse aumentando la cubierta hasta el 30% recomendado, en 93 ciudades europeas. Las ciudades fueron seleccionadas en base a los datos de temperatura (5) disponibles del modelo de Clima Urbano (6). También recuperaron datos de población de alta resolución y datos de distribución por edades de recursos europeos, incluidos datos de Eurostat y el recurso "Global Human Settlement Layer", utilizando datos de 2015 por ser los más recientes disponibles en alta resolución. Tomando datos semanales de mortalidad por todas las causas, calcularon las muertes por grupo de edad, en áreas de 250 m x 250 m, cada día a lo largo del verano (1 de junio-31 de agosto de 2015). Comparando estos datos con un escenario en el que no se simulan los efectos de las UHI, calcularon el efecto de la exposición a las UHI sobre la mortalidad.

A continuación, calcularon las reducciones de temperatura que resultarían de aumentar la cobertura arbórea al 30% en cada ciudad, y el número de muertes que esto podría evitar. Este tipo de evaluación comparativa de riesgos sirve para demostrar a los responsables políticos los efectos beneficiosos para la salud de las intervenciones, en este caso las decisiones de planificación urbana.

Entre las 93 ciudades había ciudades del norte de Europa, como Glasgow, Estocolmo y Tallin, y ciudades del sur, como Atenas, Palermo y Sevilla. Casi 58 millones de personas mayores de 20 años residían en las ciudades en el año del estudio. De esta población, unas 128 000 muertes se produjeron en verano, algo menos de una cuarta parte del total anual. La cobertura arbórea media de las ciudades era del 11% (ponderada para tener en cuenta las diferencias de población).

Los investigadores descubrieron que las temperaturas medias en las ciudades, ponderadas por la población, eran 1,5 °C más altas debido al efecto UHI, lo que se asociaba a 6 700 muertes prematuras en verano, es decir, el 4,3% de todas las muertes estivales. Calcularon que el 78% de la población total de los países europeos del estudio experimentaría un efecto UHI en verano superior a 1 °C, y el 20% más de 2 °C.

Aumentar la cobertura arbórea hasta el 30% reduciría las temperaturas una media de 0,4 °C en las ciudades participantes en el estudio, con un efecto máximo de 5,9 °C en algunas zonas. Esta disminución podría evitar 2 644 muertes prematuras, aproximadamente el 1,8% de todas las muertes de verano en estas ciudades europeas, y casi el 40% de las muertes atribuibles a los efectos de las UHI.

El número de muertes atribuibles al efecto UHI fue mayor en las ciudades del centro y sur de Europa, por ejemplo en España, Italia, Hungría, Croacia y Rumanía, y los beneficios de una mayor cobertura arbórea sobre la mortalidad también fueron más evidentes en estas ciudades. Por ejemplo, el UHI no se asoció a ninguna muerte prematura en verano en Gotemburgo (Suecia), pero sí a 32 por cada 100 000 habitantes estandarizados por edad en Cluj-Napoca (Rumanía). Del mismo modo, el aumento de la cubierta arbórea en Oslo no evitaría ninguna muerte prematura relacionada con la UHI, pero podría evitar 22 por cada 100 000 habitantes estandarizados por edad en Palma de Mallorca.

Algunas ciudades ya tenían cerca de un 30% de cobertura arbórea, señalan los investigadores, por lo que se beneficiarían menos de más plantaciones, pero también descubrieron que la distribución de los árboles dentro de las ciudades era a menudo desigual. Esto podría apuntar a una injusticia medioambiental, ya que la cubierta arbórea escaseaba en las zonas socioeconómicamente desfavorecidas, y los planificadores deberían tratar de corregir este desequilibrio. Los investigadores reconocen, sin embargo, que un objetivo del 30% será difícil de alcanzar en ciudades con poco espacio público abierto disponible, en cuyo caso los planificadores podrían fijarse objetivos más bajos o fomentar la plantación en terrenos privados. Por último, aunque los árboles son cruciales para crear ciudades resistentes al clima, deben combinarse con otras estrategias de refrigeración, como la sustitución del asfalto por superficies con vegetación o materiales menos impermeables, como el granito.

Los investigadores reconocen algunas limitaciones del estudio, como la construcción del modelo predictivo a partir de un conjunto de datos estadounidenses. Aunque habría sido preferible un conjunto de datos europeos, los datos de las estaciones meteorológicas europeas no ofrecen una cobertura suficiente ni una gama de variables lo bastante amplia.

Notas al pie

  1. Masselot P. et al. (2023) Excess mortality attributed to heat and cold in 801 cities in Europe. Lancet Planet Health 7 (4): E271–E281.
  2. Marando, F., Heris, M.P., Zulian, G., Udías, A., Mentaschi, L., Chrysoulakis, N., Parastatidis, D. and Maes, J. (2022) Urban heat island mitigation by green infrastructure in European Functional Urban Areas. Sustainable Cities and Society, 77: 103564.
  3. Konijnendijk, C.C. (2022) Evidence-based guidelines for greener, healthier, more resilient neighbourhoods: Introducing the 3–30–300 rule. Journal of Forestry Research, 1–10.
  4. US Environmental Protection Agency. Reducing urban heatislands: compendium of strategies (2008). https://www.epa.gov/heat-islands/heat-island-compendium
  5. Copernicus (2018) Climate variables for cities in Europe from 2008 to 2017 https://cds.climate.copernicus.eu/cdsapp#!/dataset/sis-urban-climate-cities?tab=overview [Accessed 20th Oct 2021].
  6. The Urban Climate Model combines large-scale meteorological data for surface, sea, precipitation, soil, and vertical profile and includes a description of the terrain with information about land use, vegetation (e.g. the normalised difference vegetation index), and soil sealing. Temperature series were created by averaging the 100 m grid cells with centroids within the spatial boundaries of each 250 m grid cell.

Fuente

Iungman, T., Cirach, M., Marando, F., Barboza, E.P., Khomenko, S., Masselot, P., Quijal-Zamorano, M., Mueller, N., Gasparrini, A., Urquiza, J. and Heris, M. (2023) Cooling cities through urban green infrastructure: a health impact assessment of European cities. The Lancet, 401(10376): 577–589.

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