Como parte de los esfuerzos de la Comisión Europea por ayudar a reducir el problema de la obesidad infantil, su servicio científico interno, el Centro Común de Investigación (Joint Research Centre, JRC), ha publicado un informe en el que se abordan por primera vez en su integridad las políticas alimentarias escolares aplicadas en Europa. En él se indica que los países europeos reconocen la importante contribución que tienen para la salud, el desarrollo y el rendimiento escolar de los niños los alimentos ofrecidos en las escuelas. Todos los países estudiados (los 28 Estados miembros de la UE, más Noruega y Suiza) disponen de directrices para la política alimentaria de los centros escolares. Dichas directrices, sin embargo, varían considerablemente de unos a otros países. Las medidas nacionales con las que los Estados pretenden fomentar unas dietas saludables en las escuelas van desde el establecimiento de directrices estrictamente voluntarias (que regulan, por ejemplo, los menús y el tamaño de las porciones), hasta la prohibición absoluta de la presencia en las escuelas de máquinas expendedoras de golosinas y de bebidas azucaradas (incluyendo, en su caso, su propia puesta en el mercado).
El informe pasa revista a los documentos
nacionales más recientes en los que se establecen normas o directrices para la
alimentación ofrecida en los centros de enseñanza primaria y secundaria. Las
políticas que resultan de esos documentos se describen en el informe con arreglo
a una serie de criterios comunes, como por ejemplo, los alimentos que se
permiten y los que se prohíben, los niveles de nutrientes, las posibilidades de
restauración, los servicios de suministro de comidas (catering) o las
restricciones impuestas a la comercialización.
El informe brinda también una visión del
panorama actual en materia reglamentaria, lo que representa un importante paso
para poder evaluar el impacto de esas políticas en la obesidad
infantil.
Algunos datos importantes contenidos
en el informe:
·
Más del 90 % de las políticas estudiadas
incorpora normas alimentarias para garantizar unos menús equilibrados. A esas
políticas las siguen en importancia las directrices sobre el tamaño de las
porciones (76 %) y las normas sobre nutrientes para el almuerzo
(65 %).
·
Son muy frecuentes (65-82 %) las
restricciones o recomendaciones referentes a la disponibilidad de bebidas, y la
mayoría de ellas aboga por un acceso (gratuito) a agua natural potable y limita
o prohíbe específicamente los refrescos (azucarados).
·
Mejorar la nutrición infantil, promover
a través de la enseñanza dietas y hábitos de vida saludables y reducir o
prevenir la obesidad en los niños constituyen objetivos prioritarios de carácter
general que comparte la mayoría de los países.
·
La mayor parte de las políticas
restringen las golosinas y los snacks o aperitivos salados,
permitiéndolos solo ocasionalmente o prohibiéndolos por completo.
·
El 59 % de las políticas exige o
recomienda que se midan los resultados de las políticas alimentarias escolares.
Los resultados que se cuantifican más a menudo son los referentes a la oferta de
alimentos en las escuelas y al porcentaje de niños que almuerzan en
ellas.
·
La ingesta de calorías y la ingesta de
grasa son los parámetros que figuran con más frecuencia en las normas en materia
de energía/nutrientes aplicables al almuerzo (presentes, respectivamente, en el
65 % y en el 56 % de las políticas).
·
Las máquinas expendedoras se someten a
restricciones en cerca de la mitad de los países estudiados. Tales restricciones
van desde las que recomiendan una opción de productos más saludables en las
máquinas, hasta las que prohíben estas completamente en los centros escolares,
pasando por las que se limitan a prohibir la venta en ellas de productos poco
saludables.
·
Constituye también una práctica común la
imposición de limitaciones a la comercialización de alimentos poco
saludables.
Distribución de las políticas nacionales
aplicadas a la alimentación en las escuelas en la UE 28 y en Noruega y Suiza:
obligatorias en naranja y voluntarias en azul
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