En esencia, Europa entiende la necesidad de mantener la sostenibilidad de los recursos pesqueros. Las poblaciones de peces pueden ser
renovables, pero también son finitas y, a no ser que se gestionen adecuadamente, corremos el riesgo de sobreexplotarlas y de agotarlas.
Por otra parte, la gestión sostenible crea condiciones estables para invertir y contribuye a mantener la viabilidad económica de nuestra
industria, de conformidad con la Agenda de la Comisión Europea en relación con la creación de empleo y el crecimiento. Gestionar
adecuadamente las poblaciones de peces significa, por lo menos, dos cosas. En primer lugar, las políticas deben tener un fundamento
científico: tenemos que disponer de un buen conocimiento biológico del estado de las poblaciones de peces, así como de datos económicos
y sociales sólidos sobre el sector antes de decidir cuánto pueden pescar nuestros pescadores. En segundo lugar, tenemos que contar con
normas transparentes y justas para los pescadores: normas que las administraciones han de hacer cumplir fomentando una cultura de
cumplimiento de la normativa y aplicando sanciones disuasorias a los infractores.
La nueva política pesquera común (PPC) de la Unión Europea (UE) contiene esos elementos y otros más. Garantizar una pesca sostenible
a escala medioambiental, económica y social se ha convertido en nuestra principal meta. El concepto de rendimiento máximo sostenible
es ahora la principal referencia para la gestión de nuestras poblaciones comunes, y nuestras acciones se basan en dictámenes científicos.
Hemos modernizado asimismo nuestro proceso de toma de decisiones y hemos implicado a científicos y a partes interesadas. Las nuevas
normas contra descartes fomentan una pesca más selectiva, y con ellas hemos logrado desperdiciar menos pescado. Estamos haciendo
un esfuerzo para racionalizar la normativa en vigor a fin de simplificar y hacer más eficaz nuestro marco normativo. Disponemos de un
fondo específico que apoya la transición hacia una pesca más sostenible en todos los aspectos.
Los peces salvajes no son nuestro único recurso. Nuestra industria acuícola de primera categoría nos provee de pescado y marisco local,
fresco y saludable. A pesar de ello, hoy en día, de cada cuatro pescados que comemos en la UE solo uno proviene de la acuicultura.
Una cifra insuficiente, especialmente si se tiene en cuenta que los pescados y mariscos procedentes de la acuicultura de la UE son
completamente seguros, tanto para los animales y los ecosistemas como para los humanos. Uno de mis objetivos es contribuir al
crecimiento de esta industria y a cubrir parte de la demanda con pescado de primera calidad.
Los peces no conocen fronteras ni tienen pasaporte. Los esfuerzos realizados por la UE en el ámbito político y jurídico serán vanos si no
colaboran todos los actores internacionales. Cuando las poblaciones de peces estén perfectamente sanas en todos los océanos del mundo,
Europa podrá descansar. Pero hasta que llegue ese día, la UE trabajará con otros países para garantizar el pleno cumplimiento de la
legislación internacional que vela por la sostenibilidad de los recursos pesqueros.
Como última opción, nuestros instrumentos jurídicos para combatir la pesca ilegal llegan incluso a bloquear el comercio de pescado
procedente de países que infringen manifiestamente sus obligaciones internacionales. A fin de cuentas, somos el mercado con el mayor valor
a escala mundial y esto supone una gran responsabilidad en términos de gobernanza de las poblaciones de peces. En un mercado pesquero
que, como muchos otros, cada vez está más integrado y globalizado, debemos garantizar que el pescado que entra en nuestro mercado ha
sido capturado de forma sostenible. Así pues, no es coincidencia que esta edición de 2016 de «La política pesquera común en datos y cifras»
incluya más información sobre los patrones de consumo y una nueva sección dedicada a la pesca ilegal.
Nuestra experiencia con la reforma de la PPC nos indica que el cambio estructural es posible y que implica beneficios económicos
sustanciales. Al igual que Roma no se hizo en un día, las poblaciones de peces también necesitan tiempo para (re)hacerse. Numerosas
poblaciones de peces mediterráneos aún se hallan en una grave situación. No obstante, algunas ya están creciendo, especialmente en el
Atlántico Nororiental, lo cual es esperanzador y reafirma nuestra determinación de seguir por el buen camino.
Karmenu Vella
Comisario de Medio Ambiente, Asuntos Marítimos y Pesca
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