Los representantes de las Regiones mediterráneas de Europa se reunieron los pasados 18
y 19 de mayo de 2015 en Palermo para lanzar la campaña «Todos somos mediterráneos» y discutir
además los desafíos que plantean las tragedias migratorias en el Mediterráneo.
Frente al escándalo de millares de niños, mujeres y hombres que pierden sus vidas
en el Mediterráneo, huyendo de la guerra, las persecuciones, la miseria o el extremismo,
esta campaña pretende recordar los valores humanistas que fundaron el proyecto común europeo.
Europa, por un lado, debe ser protagonista del proceso de paz en el Mediterráneo y luchar
contra todas las redes de crimen organizado (tráfico de armas, etc.), y, por otro lado, debe responder
a la urgencia humanitaria que plantean los inmigrantes, garantizando su auxilio en el mar y su acogida
en condiciones dignas.
Las autoridades regionales y locales ocupan la primera línea aunque no disponen, no obstante,
de medios apropiados. A menudo, cargan con la responsabilidad humana, financiera y técnica
de salvar vidas y de guiar a los inmigrantes a través de su inserción económica y social. Tienden
la mano a aquellas personas que arriesgan sus vidas, independientemente de su religión, su color
de piel o su origen.
Las colectividades territoriales exigen a las instituciones europeas que definan una auténtica política
mediterránea que tenga en cuenta la gestión de los flujos migratorios y responda a los desafíos
de la comunidad de destino que une a los pueblos del Mediterráneo.
Dicha política debe incluir el derecho de asilo; la lucha conjunta contra las redes de tráfico ilegal
de personas; un sistema de reubicación de los inmigrantes basado en la responsabilidad compartida;
una gestión sostenible de los centros de acogida; la ayuda a la integración; la lucha
contra el terrorismo, y la promoción de los valores democráticos. Debe contribuir asimismo
a un Mediterráneo de paz, prosperidad y cohesión.
Europa debe desarrollar su cooperación en materia policial y judicial con los países de la zona
afectada por la crisis, con sus vecinos inmediatos y con los países de tránsito de los flujos migratorios,
promoviendo al mismo tiempo una cooperación territorial descentralizada orientada a acompañar
a las poblaciones mediterráneas que buscan mejorar sus condiciones de vida y desarrollo.
Ahora más que nunca, todos, como mediterráneos, debemos expresar nuestra solidaridad y unir
nuestra voz para hacer que Europa avance por la senda de sus valores.
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